miércoles, 28 de diciembre de 2016

SAI NGAM, LAS MEJORES AGUAS TERMALES DE PAI


El valle de Pai resultará algo familiar a quienes me conocen, son muchas veces las que he escrito algo sobre este pueblo y he subido cantidad de fotos en las redes sociales. Los nómadas coleccionamos algún que otro sitio al que siempre volvemos y desde hace ya unos cuantos años se ha convertido en uno de nuestros hogares, solemos pasar largas temporadas en este pueblo de la provincia de Mae Hong Son, en el norte de Tailandia. A su ritmo tranquilo y su calidad de vida se une un entorno natural que parece sacado de un cuento, la belleza de sus paisajes sea la temporada que sea, su río, sus montañas, sus cataratas, sus campos de arroz, sus pequeñas aldeas de los alrededores pobladas por diferentes etnias... una comunidad muy variada donde todos nos conocemos, donde se mezcla un estilo de vida entre tradicional y alternativo ideal para llevar una plácida existencia a pesar de ese rápido crecimiento de visitantes cada vez más deseosos de descubrir la magia de Pai, de nuestro paraíso. Y entre tanta maravilla natural aprovecharé este artículo para presentaros uno de mis lugares favoritos, un sitio al que me gusta acudir a menudo y suelo llevar a los amigos que vienen a visitarnos, las aguas termales de Sai Ngam.
 
En los alrededores de Pai existen cantidad de hot springs o aguas termales, proceden de capas subterráneas de la tierra, su agua tiene una temperatura que puede oscilar entre los treinta y los ochenta grados y tienen propiedades terapéuticas gracias a sus diferentes componentes minerales. Las más conocidas y visitadas al aparecer en todas las guías turísticas son las Pai Hot Springs, a unos diez kilómetros del centro del pueblo y de muy fácil acceso. Están formadas por varios estanques, unos perfectos para el baño y los de más arriba con el agua tan caliente que es imposible meter un dedo, la gente local los aprovecha para cocer huevos. El problema de estas aguas termales es que suelen estar abarrotadas de gente, sobre todo en temporada alta, y hay que pasar por caja, 300 baht cuesta la entrada, un poco caro para los precios que se mueven en Tailandia.
 
En esa misma zona también hay algunos resorts que poseen piscinas de aguas termales y a los que se puede ir sin necesidad de estar alojados en ellos, basta con pagar un ticket en la recepción que no suele pasar de los 100 baht. También hay gente que tiene la gran suerte de tener unas hot springs en el subsuelo del terreno de su vivienda, es fenomenal encontrar cualquier excusa para hacerles una visita y ya de paso pegarse un buen baño. Y quizás mientras escribo esto aparece alguna otra hot spring, nunca se sabe, hace unos meses la compañía eléctrica estaba haciendo unas obras en un camino a las afueras de Pai y de repente salieron dos géiseres de agua hirviendo como por arte de magia.
 
Pero por el momento sigo teniendo en mi top personal de aguas termales a las de Sai Ngam. Hasta no hace muchos años eran conocidas como Secret Hot Springs, solo se acercaban a ellas los residentes de Pai y la gente de una aldea cercana habitada por la etnia Lisu. No aparecían en ningún mapa local, en ninguna guía de viajes, ni en ninguna de esas webs tipo tripadvisor. Los turistas las desconocían totalmente y debo reconocer que los locales tampoco hablábamos mucho de ellas. Se encuentran dentro de un parque natural muy poco transitado y al estar rodeadas de vegetación no eran muy visibles ni fáciles de encontrar sin la ayuda de alguien que conozca la zona. Además, no hay ningún transporte público que llevara a ellas y los últimos kilómetros eran una pista de tierra con constantes subidas y bajadas que se convertían en un tremendo barrizal en temporada de lluvias.
 
Pero hoy en día su ubicación está perfectamente señalizada, la estrecha carretera que lleva hasta ellas se ha asfaltado e incluso aparece como destino en las excursiones diarias que organizan muchas agencias para visitar las atracciones más destacadas de la zona. Así que una vez descubierto el secreto animo a todos los viajeros que pasen por Pai a darse una escapada a Sai Ngam, nadie se arrepentirá y estoy seguro que recordará esas aguas termales como unos de sus mejores momentos en su viaje por Tailandia.
 
Lo más aconsejable, y siempre que tengáis experiencia en conducir una moto, es que vayáis por vuestra cuenta, de este modo dependéis de vosotros mismos sin andar pendientes de una agencia que os marque la hora de llegada o salida. Saliendo de Pai por la carretera 1095 a Mae Hong Son veréis una señal una vez recorridos unos dieciséis kilómetros, allí giraréis a la derecha a una pequeña pista y después de cinco kilómetros habréis llegado a las hot springs, no tiene pérdida. Al abandonar la carretera principal veréis una barrera y una caseta de los Rangers, es la entrada al parque natural y tan solo hay que pagar 20 baht por persona y otros 20 por moto.
 
Lo mejor es ir a primera hora o al atardecer, estaréis prácticamente solos o con algún Lisu del pueblo cercano que suelen ir allí a relajarse, lavarse la cabeza o llevan a los niños para que jueguen en el agua. La temperatura es perfecta, parecida a la que podemos encontrar en cualquier jacuzzi o spa de Occidente, personalmente me gusta mucho en las noches de invierno, en Pai comienza a hacer frío en diciembre cuando cae el sol y estar metido al calorcito en esa piscina natural con el vapor que  aparece en su superficie tiene un toque mágico. También podéis llevar algo de comida o incluso una tienda de campaña para pasar allí la noche.
 
 


miércoles, 21 de diciembre de 2016

PASIR TENGKORAK, LA PLAYA DE LAS CALAVERAS


Hace unos años estuve por primera vez en Langkawi, una de las islas más conocidas de Malasia, situada en el mar de Andaman, junto a la frontera tailandesa, y la verdad es que no me llamó demasiado la atención. Fue una visita rápida, de un par de días, un lugar de paso de camino a Penang. Llegamos en velero desde Tailandia, atracamos en el puerto de Kuah, hicimos los trámites de inmigración y poco más. Kuah me pareció una ciudad llena de edificios altos de hormigón, una imagen que poco tiene que ver con lo que suponía iba a ser una isla tropical. Al día siguiente alquilamos un coche para ir a Pantai Cenang, la zona turística más concurrida de la isla y más de lo mismo. Un lugar masificado, una extensa playa poblada de hamacas, chiringuitos, motos de agua, para sailing, masajistas y vendedores de baratijas. Y paralela a la playa una calle llena de restaurantes, hoteles, tiendas de souvenirs y agencias de excursiones. Turismo globalizado en estado puro, ya habíamos visto bastante y no teníamos nada más que hacer por allí, andábamos justos de tiempo, volvimos al puerto y pusimos rumbo al sur.
 
Pero cualquier lugar del mundo se merece una segunda oportunidad, y sabía que Langkawi tenía mucho más que ofrecer, así que el mes pasado volví con Jhing y pasamos ocho días recorriendo la isla de cabo a rabo y disfrutando de cada rincón. Quitando ese par de zonas que he comentado antes, la mayor parte de la isla está muy poco poblada. Langkawi se abrió al turismo a mediados de los ochenta y sigue manteniendo su biodiversidad y su belleza natural, montañas cársticas y acantilados, gran variedad de fauna, jungla y bosques tropicales, cataratas, cuevas, manglares, llanuras y arrozales, y por supuesto unas cuantas playas que siguen manteniendo su estado natural y a las que no acude mucha gente. La pequeña playa de Pasir Tengkorak situada en el noroeste de la isla, rodeada de bosque húmedo tropical y muy cerca de la impresionante catarata de Temurun, se convirtió en nuestro lugar favorito para disfrutar de las aguas del mar de Andaman y finalizar así cada uno de esos días llenos de descubrimientos y actividades.

Pero antes de que en Langkawi entrara el turismo y se convirtiera en una zona libre de impuestos llena de comercios duty free, era una isla con mala fama muy temida por los malayos y considerada maldita debido a la cantidad de leyendas terroríficas relacionadas con brujería y malos espíritus que han ido pasando de generación en generación, no eran muchos quienes se atrevían a adentrarse en sus bosques.

Y varias de esas leyendas tienen su origen en Pasir Tengkorak, cuyo nombre traducido al español quiere decir arena de calaveras. Hay diferentes historias sobre el asunto, pero lo que es cierto es que a mediados del siglo pasado se encontraron en esa playa cantidad de calaveras y todo tipo de huesos humanos.

La primera leyenda es típica en esas historias navales de hace siglos que se propagaban por todos los mares del planeta y hablaban de monstruos marinos y calamares gigantes que destrozaban y engullían cualquier nave que pasara por allí esparciendo los cadáveres que llegaban hasta la orilla. Otros barcos acababan en el fondo marino hundidos por remolinos de grandes dimensiones.

La segunda historia tampoco es que sea muy creíble, pero tiene su toque mítico y narra la gran batalla que tuvieron en una isla cercana Garuda y Jentayu, dos dioses del hinduismo con forma de aves gigantes. La batalla fue tan intensa y duró tanto tiempo que ninguno de los fieles guerreros de ambos bandos sobrevivió en la lucha, apareciendo sus cadáveres en Pasir Tengkorak traídos por las mareas.

Las siguientes historias tienen algo más de lógica y son más actuales siendo las que gozan de mayor credibilidad. En las fotografías se puede observar a unas cuatro millas de distancia la isla tailandesa de Tarutao. En los años treinta del siglo pasado era una prisión y muchos de los condenados que allí se encontraban intentaban huir a nado. Era la única forma posible para conseguir su libertad, pero tenía mucha más dificultad de la que podían imaginar. Parece ser que ninguno de ellos tuvo éxito y todos acababan ahogados a causa del cansancio, las corrientes o los ataques de tiburones. Poco a poco sus cuerpos iban llegando a Pasir Tengkorak.

La cuarta leyenda habla de los piratas que abundaban en esa parte del mar de Andaman escondidos y protegidos por tanta cantidad de islotes y bahías en las que fondeaban esperando a sus víctimas. Una vez que abordaban un barco se quedaban con lo que realmente les interesaba, cualquier tipo de mercancía era valiosa, no así la tripulación de sus naves quienes eran tirados por la borda vivos o muertos para que una vez más las corrientes y mareas dejaran varados sus cuerpos en la playa.

En una playa tan idílica y tranquila resulta difícil imaginar que ocurrieran estas historias para no dormir. Cada uno que se quede con la leyenda más lógica, o con la que más le guste, pero lo que está realmente verificado son todos esos cadáveres que allí fueron apareciendo. Y quizás se nos ponga la piel de gallina al pensar que en ese lugar de aguas cristalinas su arena blanca esté compuesta de la erosión de coral, crustáceos y... huesos de seres humanos.