sábado, 26 de febrero de 2011

LAS CUATRO MIL ISLAS



Entré al sur de Laos desde Camboya remontando el río Mekong y cruzando la corrupta frontera terrestre en la que hay que untar a los aduaneros de ambos países con un par de dólares "en concepto de sellos". Y en Ban Nakasang tomé un barquito que me dejaría en Don Det, una de las cuatro mil islas que se extienden en esa zona del país.

Quizás alguno se extrañe que hable de cuatro mil islas en un país que no tiene mar y pensará que me empiezan a fallar las neuronas después de tanto tiempo viajando. Pero no, si miráis un mapa veréis como en esa zona fronteriza el Mekong se divide en cantidad de ramales dejando a lo largo de su cauce un montón de islas e islotes, unas grandes y más o menos habitadas y otras del tamaño de las que aparecen en las viñetas de Forges.



Don San, Don Het, Don Koi, Don Hinyai, Don Khamao, Don Phuman, Don Som, Don Long, Don Lappadi, Don Xang, Don Tao, Don Sadam... y así hasta cuatro mil. Este enorme archipiélago se conoce en Laos como Si Phan Don y tiene como islas principales y con cierta infrestructura a Don Khong, Don Det y Don Khon.

Ofrecen un maravilloso ecosistema lleno de vegetación por donde pasan un gran número de aves y la pesca es abundante, así como el cultivo de arroz y cantidad de árboles frutales. También se pueden observar delfines de agua dulce, los famosos Irrawaddy Dolphins, desgraciadamente en peligro de extinción. Y llegando a la frontera camboyana el río tiene un gran desnivel que hace imposible la navegación pero da forma a los espectaculares rápidos de Tat Somphamit y Khong Phapheng, un lugar donde cada año muere ahogado algún turista al querer pegarse un baño de forma imprudente.



Opté por tomar Don Det como campo base ya que me habían hablado muy bien de esta pequeña isla. Preciosos paisajes, gente tranquila, cierto aire hippie y la más barata entre las que ofrecen algo de infraestructura en cuanto a alojamiento y electricidad. No me equivoqué, pase allí unos diez días casi sin darme cuenta y me habría quedado muchos más de no ser porque debía coger la mochila otra vez y seguir mi camino hacia el norte de Laos.

En Don Det no hay mucho que hacer salvo pasar los días tumbado en una hamaca, dar largos paseos por estrechos caminos de tierra paseando o en bicicleta, observar el ritmo de vida de su maravillosa y tranquila población, verles trabajar en los arrozales o pescando con redes, saltar de isla en isla a bordo de una canoa, bañarse en el río, ver espectaculares amaneceres y atardeceres, y cuando cae la noche salir a cenar algo y tomar unas cervezas mientras pasan las horas entre charla y charla con lugareños y otros viajeros.



A Don Det llegó la electricidad hace sólo un par de años, y aparte de todo lo bueno que eso conlleva también llegó la maldita televisión. Resulta gracioso ver el interior de las casas de los isleños, construcciones tradicionales de bambú, madera y hoja de palma donde el único utensilio moderno es un enorme televisor que reúne a toda la familia hasta altas horas de la noche. Se levantan al amanecer, pero no importa, a lo largo del día sacarán tiempo para echarse tres o cuatro siestas de un par de horas cada una, así son los laosianos, el país durmiente. Y los niños desconocen lo que es una play station pero fabrican sofisticados juguetes con unas cuantas latas de refrecos y unas varas de bambú.

En Don Det se encuentran alojamientos por un euro y medio la noche, muy básicos y construidos a la manera local, una cama y una mosquitera es todo lo que se puede encontrar en su interior, pero tienen unas vistas de cinco estrellas con un precioso porche cayendo encima del río del que cuelga una estupenda hamaca donde pasar las horas tranquilamente. No tienen baño y en el exterior suele haber una ducha comunitaria pero enseguida aprendí que lo más cómodo es hacer como los isleños y baja al río al atardecer con tu pastilla de jabón, es la hora punta del día y es un placer bañarse junto a los lugareños entre risas y juegos con los niños.



Y al ser Don Det una pequeña isla se respira un cierto aire de libertad e independencia respecto al resto del país. Es un pequeño micromundo donde no ocurre nada que disturbe la paz del lugar, así que no hace falta ni policía, y en algún restaurante llama la atención echar una ojeada al menú. Después de las correspondientes secciones de entrantes, sopas, ensaladas, pescado, carne y demás llegamos a la sección de marihuana, bolsa pequeña, bolsa mediana o bolsa grande, a gusto del consumidor. Y también la utilizan para aderezar algunos platos. Así pues, el chicken fried rice sería el típico arroz frito con pollo, pero el "special" chicken fried rice ofrece lo mismo pero bien regado de marihuana, ver para creer.


martes, 22 de febrero de 2011

HANOI: UNA DE TAXISTAS, CATEDRALES Y PICTIONARY



Al regresar a Hanoi después de un par de días de crucero por la bahía de Halong Bay decidimos aprovechar el tiempo e ir directamente a la estación central con la idea de coger un tren nocturno hasta Danang. Pero claro, no habíamos reservado nada y nos presentamos en la taquilla como quien va a comprar un billete de Bilbao a Plentzia. Estábamos en plena celebración del año nuevo chino, Vietnam se paraliza durante unos días y todo el mundo se toma unas vacaciones para acudir a sus lugares de origen y reunirse con su familia. Así que la simpática taquillera nos dijo que nones, ese día era imposible viajar y la única solución era comprar un billete para el día siguiente en el tren más lento y cutre de toda Indochina, unas ventidos horas hasta llegar a nuestro destino sentaditos en un cómodo banco de madera.

Logicamente desestimamos su generosa oferta y mientras pensábamos en otro medio de transporte teníamos una cosa clara, había que pasar esa noche en Hanoi, así que nos dispusimos a tomar un taxi para que nos llevara hasta el hotel donde habíamos estado unos días antes. La cosa parecía de lo más sencilla pero nada más subirnos al primer taxi que paró comenzó una auténtica odisea.

Mostramos un mapa al conductor señalando con el dedo la calle donde queríamos ir, Ngo Huyen, al ladito del famoso lago Hoan Kiem, en el casco antiguo. El taxista dijo "yes, yes, yes...", mientras sujetaba el mapa al revés, eso no pintaba nada bien. Le dijimos que pusiera el taxímetro y nos dió la sensación que iba para el otro lado de la city.

Al cabo de un rato le hice una señal advirtiéndole que tendría que girar en algún lado, estaba claro que iba en otra dirección, y dicho y hecho, toma giro a la izquierda. Otro ratito más y el tío nos preguntó si iba bien por allí, "pero bueno macho, yo que sé, tu eres el driver". Al final el hombre andaba más perdido que nosotros y decía "here, here?", hasta que cada vez más hartos le dijimos "stop, stop, que te den que nos bajamos aquí", ya buscaríamos otro taxista que al menos chapurreara algo de inglés.

Al tipo se le veía empeñado en cumplir su trabajo y acabar la carrera a pesar de nuestro cabreo creciente, paró en un sitio que no nos sonaba de nada y empezó a preguntar a varios viandantes sin ningún éxito. Aprovechamos para bajar del taxi ya que el entendimiento era nulo y la situación desesperante. Eché de menos el mapa y se lo pedí, pero el taxista me miraba alucinado y negaba con la cabeza. Yo ya echaba humo y subiendo el tono de voz le decía "the map, give my map, que lo tienes que tener por ahí, coño, mira en los bolsillos, en la guantera, yo que sé, pero dame mi puto map".

El pobre hombre entre sorprendido y acojonado seguía negando y pensando que estábamos locos se subió al coche, y en estas entró en escena Jony diciendo "que se larga con nuestras mochilas" y de un salto entró en el taxi. Finalmente le dimos medio dólar para que se fuera y el tío no quería ni aceptar el dinero, en ese momento nos miraba como si fuéramos el propio diablo.

Y allí nos quedamos, en plena calle, no teníamos ni pajolera idea dónde estábamos y el taxista "políglota" nos había mangado el mapa descaradamente. Finalmente apareció otro taxista y respiramos aliviados "este seguro que se maneja en inglés", pero nada, más de lo mismo, no hablaba ni papa. Nos acordamos que nuestro hotel estaba cerquita de una iglesia muy famosa en Hanoi, St.Joshep Catedral, pero el chaval no entendía nada, "¿el lago Hoan Kiem?", tampoco. Jodeeerr, la situación era surrealista, como si cogieras un taxi en Madrid para que te lleve a la Puerta del Sol y el taxista no supiera. Yo ya empezaba a pensar que nos estaban grabando en un programa de cámara oculta o algo así.

Cuando ya dábamos todo por perdido se me ocurrió una idea, saqué un papel y un boli y le hice un dibujo de la famosa iglesia como el que véis arriba. Inmediatamente comprendió "Ok, yes, yes, very good" y se pasó todo el trayecto descojonándose de risa y diciéndome "Ja, ja, very good, you Picasso, you Picasso". Así que ya sabéis, otro consejillo de trotamundos, antes de emprender un viaje practicad un poco con el Pictionary que en Hanoi quedó demostrado que a veces un dibujo vale más que mil palabras, sobre todo cuando no te entienden.

Pero la cosa no acaba aquí. Cuando ya estábamos relajados en el hotel me dí cuenta que tenía algo en un bolsillo trasero del pantalón, "Ostras, el mapa". En ese momento me sentí fatal acordándome de la bronca que le habíamos echado al primer taxista. Enseguida comprendí a qué se debía la cara de susto que tenía el tipo, yo pidiéndole un mapa que no tenía y el pobre hombre quizás hasta pensó que le queríamos dar el palo mientras le gritábamos y le señalábamos sus bolsillos, la guantera y el coche entero. Espero que no nos ande buscando la Interpol.

martes, 15 de febrero de 2011

SEGUIMOS VIVOS


He dejado el blog algo abandonado las últimas semanas, ya podéis perdonar. Pero no os preocupéis porque no ocurre nada malo, no he tenido ningún problema de salud ni me ha secuestrado ninguna tribu de caníbales.

El motivo no es otro que mi encuentro con mi amigo Jony Kontrol. Yo andaba por el norte de Laos, él en China por asuntos de trabajo, y tras ponernos en contacto decidimos reunirnos en Hanoi, la capital de Vietnam, al norte del país. Y desde entonces no hemos parado un segundo, hemos recorrido Vietnam de norte a sur y ahora mismo nos encontramos en Phu Quoc, una isla paradisiaca donde estamos pasando unos días tomándonos unas vacaciones dentro de las vacaciones.

Recomiendo visitar Phu Quoc a quien pase por Vietnam, por ahora sigue siendo un pedazo de eden pero los planes urbanísticos que se están preparando convertirán esta isla en un destino para el turismo de masas en unos diez años como muy tarde.

Prometo ponerme al día e ir colgando unos cuantos posts con más regularidad. De momento podéis comprobar en la foto de arriba que la vida me está tratando con excesiva dureza, ¡ay, qué sufrimiento!