martes, 29 de septiembre de 2009

LA FIESTA DEL DASSAIN



La religión hinduísta se caracteriza entre otras cosas por el gran número de fiestas para honrar a sus dioses que se celebran a lo largo de las diferentes estaciones. Las fechas suelen variar algo de año en año ya que su calendario es distinto al nuestro, ahora mismo aquí estamos en el año 2066. Casualmente he llegado a Nepal en plena fiesta del Dassain que comienza al acabar la temporada de monzones, quince días antes de la luna llena de Octubre.

El Dassain es la fiesta más importante del año, similar a nuestra Navidad, los mercados locales están abarrotados de gente comprando regalos o vestidos nuevos para la fiesta, se organizan cantidad de celebraciones por todo el país y los nepaleses vuelven a sus lugares de origen para reunirse con sus familiares. Esto hace que durante estos días el país funcione a medio gas y encontrar un medio de transporte para salir de Kathmandu cuesta lo suyo.



Esta fiesta tiene a su vez un montón de festejos durante su duración y he podido asistir a unos cuantos. Hay un día en el que bajan un ramo de flores desde un pueblo en la montaña hasta Kathmandu en una especie de urna seguida por los fieles, el colorido es espectacular.

Otro día sale a la calle la Kumari Devi, una diosa viviente, para regocijo de todo el mundo. A la Kumari Devi se le elige hacia los seis años de edad entre un montón de jovencitas nepalesas que deben cumplir un montón de pruebas y requisitos hasta que sólo quede una. La elegida pasará a vivir en un palacio cerca de la Plaza Durbar junto a toda su familia y sólo saldrá a la calle a bendecir a los fieles unas cuatro o cinco veces al año. Cuando tenga la primera menstruación pasará a ser una mortal más, abandonará el palacio y se elegirá a una nueva Kumari Devi.

Anteayer fué el día de la "tika", un pegote puesto en la frente con una mezcla de tinte rojo, yogur y unos granos de arroz. Este símbolo es importantísimo y da protección divina al que lo recibe. Para los hinduístas la zona del entrecejo es de las más importantes del cuerpo humano, es donde se reunen todos los chakkras, todos los puntos de energía, el tercer ojo lo llaman (y yo que creía que el tercer ojo estaba más abajo). Este día deben llevar la tika todos, nepaleses y extranjeros, y claro a mí también me tocó, según salí de mi habitación vinieron en tropel a ponérmela las señoras que limpian el hotel.



Y dentro de un par de días es el del sacrificio. Los nepaleses son practicamente vegetarianos, pero este día todas las familias deben sacrificar un animal, ya sea un pollo, una cabra, un yak o un búfalo; las vacas están de suerte, son sagradas e intocables. La tradición indica que el animal debe morir de un sólo machetazo por lo que la sangría debe ser espectacular.

Bueno, ayer dejé la frenética Kathmandu y llegué a la tranquila Pokhara, una pequeña ciudad situada entre un precioso lago y la imponente cima del Machapurchche (6.997 metros). Pokhara se encuentra unos doscientos kilometros al oeste de Kathmandu y tardamos unas ocho horas en recorrerlos en autobus, con una parada para desayunar y otra para comer. Una carretera lamentable, mucho puerto de montaña y conductores suicidas por todas las esquinas; menos mal que la espectacularidad del paisaje compensaba con creces la incomodidad del trayecto.

Me quedaré por aquí unos cuantos días, es la base de operaciones ideal para ir organizando mi trekking por los Annapurnas mientras espero que la temporada del monzón acabe definitívamente. De momento el tiempo es muy caluroso durante el día, cae una tromba de agua impresionante al atardecer y por la noche tenemos una temperatura fabulosa. Un abrazo a todo el mundo y gracias por los comentarios.

sábado, 26 de septiembre de 2009

¿DONDE VIVO?



Poco a poco voy notando en este viaje sensaciones nuevas para mí, debido sobre todo a la naturaleza del mismo, a la cantidad de tiempo que va a durar este nomadeo. En otras ocasiones ante la típica pregunta de autóctonos y otros viajeros sobre mi procedencia o lugar de residencia solía responder automáticamente -"Soy vasco, pero vivo en las Islas Canarias"-; ahora sigo diciendo -"Soy vasco, pero vivo en..."-, y entonces caigo en la cuenta que ya no vivo en ningún sitio fijo. Mi casa de Lanzarote está alquilada y no volveré a establecerme en la isla en una larga temporada, así que no puedo hablar de una residencia fija.

Lo mismo ocurre cuando me preguntan -"Qué, ¿de vacaciones por aquí?"-. Pues tampoco exactamente, no estoy de vacaciones porque para tenerlas hay que tener un trabajo en primer lugar, y éste no es mi caso actualmente. Y llego a la conclusión que no soy turista ni siquiera viajero, simplemente en estos momentos vivo en Nepal, en un par de meses viviré en la India, y después no estoy muy seguro, ya me lo irá indicando mi intuición. Es como si fuera una especie de nómada del siglo XXI, no tengo que buscar buenos pastos para mi ganado pero si cosas nuevas que me enriquezcan personalmente y me hagan abrir los ojos como un niño, eso sí, un nómada con tarjeta de crédito y un par de accesorios tecnológicos que forman el cordón umbilical que permite mantenerme unido a mi mundo occidental.



Lo que para muchos sería una locura para mí es una forma de vida maravillosa. El planeta es grande, la vida corta y ya nos engañaron bastante con el bautismo y esas cosas, pero en ningún lugar firmamos un papel que decía que debíamos anclarnos en un sitio, vivir con los de nuestra raza y llevar una vida sin sobresaltos, casa-trabajo, trabajo-casa.

Lo dicho, sólo vivimos una vez, a mí no me apetece llegar a viejo y pensar que se me ha ido la vida sin atreverme a hacer ésto o aquello, no voy a permitir que el sistema me aborregue. Yo ahora he elegido esta forma de vivir, de vivir la vida plenamente, de vivirla en MAYUSCULAS. Puede que me lleve algún palo, pero cuando regrese a casa estoy seguro que seré mejor persona y tendré la mente infinitamente más abierta.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

COMETAS EN EL CIELO



Cuando cae la tarde en Kathmandu es rara la azotea desde la que no se vuela una cometa, como ocurre en muchas otras partes de Asia. No se trata sólo de volarla, sino de lanzarla a toda velocidad contra otra cometa para cortar su hilo y arrebatársela a su propietario, se parece más a un combate aéreo que a un simple juego y aquel que muestre la mejor estrategia será quien más cometas consiga. Es un espectáculo visual precioso, único si se le añade una buena puesta de sol.

Parecen cometas infantiles, nada que ver con la sofisticación de las que vemos en occidente. Un trozo de papel, un sólo hilo y un par de cañas de bambú, pero cada volador intenta hacer el mejor diseño buscando una buena aerodinámica con una equilibrada combinación de velocidad, ligereza y resistencia. Y el tratamiento del hilo es lo más importante, antes de estrenarlo lo impregnan de parafina durante días y días para hacerlo más fuerte.

Ayer ví desde mi hotel un edificio cercano con mucha animación en su azotea, había cuatro o cinco personas volando cometas y se me ocurrió ir hasta allí. Comencé a subir las escaleras entre las sorprendidas miradas de los vecinos y cuando llegué arriba me soltaron: -"perdona, ¿dónde vas?, creo que te has confundido"-, y al explicarles que no, que me gustaría observarles un rato y tomar unas fotos alucinaron, decían que era la primera vez que a un extranjero se le ocurría subir a su casa.

Naturalmente no se conformaron con dejarme mirar, sino que se empeñaron en enseñarme a volar una cometa. Me lo pase pipa y comprobé lo difícil que es manejarla con un sólo hilo en vez de dos. Al final lo dejé porque casi la rompo en un par de ocasiones, pero ellos disfrutaron tanto como yo y me invitaron a volver cuando quisiera. He pensado en imprimir en papel las fotos que saqué y pasar a regalárselas, seguro que les hace mucha ilusión.

Ver ésto me recordo a una película maravillosa que recomiendo. Se titula "The kite runner", aunque en la incomprensible traducción al español la titularon "Cometas en el cielo". Está basada en un libro de Khaled Hosseini, un afgano que emigró de niño a Estados Unidos cuando los talibanes estaban a las puertas de Kabul y regresó años después para intentar sacar del país al hijo de su mejor amigo.

En la foto de arriba aparece mi nuevo amigo, el campeón de cometas del barrio con su arma preferida.

martes, 22 de septiembre de 2009

KATHMANDU, PRIMERAS IMPRESIONES



Todavía es algo pronto para hablar de Kathmandu con conocimiento de causa ya que llegué ayer y no he dado más que un par de paseos por el centro, pero voy a relatar mis primeras impresiones desde la habitación del hotel, donde dispongo de wifi gratuíta.

La entrada en Nepal resultó bastante caótica, sobre todo después de la paliza del vuelo Londres-Delhi, el avión iba repleto y me tuve que conformar con el asiento que tenía asignado sin posibilidad de encontrar ninguna fila libre para poder tumbarme a modo de cama, con lo que pasé ocho horas volando de noche sin poder pegar ojo. Y la escala en Delhi casi acaba conmigo, estaba tan cansado que se me cerraban los ojos mientras esperaba la siguiente conexión y pedí a unas personas que también iban a coger mi vuelo que harían el favor de despertarme cuando llamaran al embarque.



Nada más llegar a Kathmandu lo único que quería era llegar al hotel que había reservado, pegarme una buena ducha y dormir unas horas, pero de eso nada, todavía tendría que pasar unos trámites algo engorrosos. Primero una enorme cola donde había que rellenar un cuestionario sobre la Gripe A y acabar delante de un tío que te ponía un detector en la frente para comprobar si tenías fibre, si todo está bien pasas adelante pero como tengas unas décimas te llevan a una sala de cuarentena. En mi caso no ocurrió nada, prueba superada, pero ya ví a alguno que le retiraban de la fila con cara de acojonado.

Y después otra cola para el visado. Rellenar otro cuestionario en un mostrador, entregarlo en otro, dar la foto en otro, pagar en otro y por fin el último agente de inmigración que te estampa el visado en el pasaporte. Pasa tanto tiempo entre que bajas del avión y haces todos los trámites burocráticos que cuando llegas a la cinta de equipajes ya han quitado todas las maletas y tienes que buscar tu mochila en una esquina amontonada con las de otros cientos de viajeros.

Al salir al exterior te topas con un montón de taxistas y buscavidas varios, aparte de cantidad de gente con carteles con los nombres de sus clientes de hotel o agencias de trekking. Había tantos que pensé que era casi más fácil que me encontraran ellos a mí, así que cuando escuché a un tío gritando a pleno pulmón "Oscaaaarrrr,Oscaaaarrrr..." me acerqué a él y acerté, era un empleado de mi hotel. Una carrera de locos en un Toyota destartalado hasta el centro de Kathmandu y por fin llegué a mi habitación, qué placer, ya podía relajarme y empezar a disfrutar de Nepal.



El centro de Kathmandu gira en torno al barrio de Thamel y la Plaza Durbar, y es un caos de anárquicas callejuelas llenas de obsoletos tendidos eléctricos, templos medievales, motos, rickshaws, bicicletas, taxis, vacas, vendedores, shadus y monjes tibetanos entre otras cosas, aparte del sonido incesante de los claxons y la polución que reina en toda la ciudad debido a tanto combustible de mala calidad.

Moverte por estas calles es como un encierro de San Fermín donde en vez de esquivar toros tienes que evitar que te pase por encima cualquier vehículo, menos mal que cafeterías y restaurantes suelen tener preciosos jardines o azoteas que te alejan un poco de ese estrés. Puedes pasar de una callejuela con un olor algo nauseabundo a otra donde te embriaga el aroma de los inciensos mezclado con el de las caléndulas de las ofrendas budistas o la flor de frangipangi o hibiscus que adornan las cabezas de las mujeres, y todo bajo una cautivadora música tibetana que sale de alguna ventana o tienda de música. Las mujeres tienen una elegancia natural, con sus vestidos de seda y sus pashminas por encima de los hombros algunas son bellísimas, pobres pero con una dignidad que impresiona.

Y en cuanto al tema de la gastronomía, pues como en toda Asia: buena, variada y barata. Para que os hagáis una idea hoy he desayunado una ensalada de frutas, huevos fritos, tostadas con mantequilla de yak y mermelada y café con leche, todo ésto por unos noventa céntimos de euro.

jueves, 17 de septiembre de 2009

PROLOGO

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Como dice el título de este nuevo blog, para este viaje sólo he comprado de momento un billete de ida a Kathmandu, me moveré más o menos durante un año por Asia y la verdad es que no sé ni cuándo voy a volver, ni desde dónde, ni cómo. Pero lejos de preocuparme, este viaje sin muchos cabos atados me produce una sensación de libertad maravillosa, una libertad que no sentía desde hace mucho tiempo. Ya se sabe, cuando eres joven tienes tiempo pero no tienes dinero, y cuando te metes en el mundo laboral ocurre lo contrario. Ahora, después de veinte años sin parar de trabajar dispongo de mucho tiempo libre y un pequeño colchón económico que me permitirá ir tirando sin problemas, así que desde hace tres meses me encuentro en una especie de nube, fuera estreses varios y a disfrutar de la vida.

Mi idea es pasar dos o tres meses en Nepal, cruzar a India, pasar allí otros cuantos meses, y después al sudeste asiático...pero estos planes están abiertos y pueden sufrir muchas modificaciones según el tiempo, el lugar o la compañía, ya veremos, iré combinando alguna aventurilla con temporadas de relax total en alguna cabañita al borde de alguna playa.

En realidad este viaje ya ha comenzado. Ahora me encuentro en Bilbao despidiéndome de familia y amigos y ya he dejado atrás las Islas Afortunadas. He alquilado mi casa de Lanzarote, he vendido la furgoneta, la moto, he repartido mis cosas por varias casas de amigos...y así me encuentro ahora, ligero de equipaje y lleno de ilusiones. Espero que sigáis este nuevo periplo y disfrutéis de mis experiencias. Este blog está dedicado otra vez a mi mejor lectora, mi madre. ¡Hasta la vista!, espero vuestros comentarios.