sábado, 20 de marzo de 2010

ALGUNOS DIOSES HINDUES: HANUMAN


Hanuman es el dios mono, conocido sobre todo por la gran ayuda que prestó al dios Rama en su lucha contra Ravana, el dios demonio de Sri Lanka. Aparte de las habilidades propias de cualquier mono Hanuman tiene la capacidad de volar, y ésto unido a su valor y fortaleza ha hecho que sea uno de los dioses preferidos de los indios, uno del top ten, por todo el país abundan cantidad de templos dedicados a él y sobra decir que los monos también son animales sagrados por estos lares.

Yo también le he cogido un cariño especial al monito, y es que durante estos meses he desarollado una teoría según la cual Hanuman podría tener origen vasco, concretamente de Bilbao.

Resulta que durante la guerra contra Ravana cayó herido de gravedad Laxman, el hermano de Rama. Sólo existía una hierba que podía evitar la muerte del herido, pero ésta unicamente crecía en las cumbres del Himalaya y cuando los allí reunidos se encontraban consternados ante tamaña y dificultosa empresa, Hanuman dijo como si nada: -"¡Y qué problema hay, voy volando pues!"-

Despegó a toda velocidad y llegó a la cordillera del Himalaya en un santiamén, pero cuando se encontró ante aquella inmensidad fué incapaz de distinguir entre tantas la hierba precisa que curaría a Laxman. No podía volver con las manos vacías, y pensó: -"¡Qué cojones!, pues le bajo el monte entero y ya está, ¡ahí va la hostia!"-. Y dicho y hecho, Hanuman arrancó de cuajo una montaña y voló con ella de vuelta sujetándola en una mano. Por suerte llegó a tiempo, los doctores enseguida encontraron esa extraña hierba que serviría de antídoto y Laxman sobrevivió.


Como podéis ver sólo un bilbaíno podría haber tomado una resolución así, a la tremenda, y no es broma, en muchas imágenes de Hanuman se ve un trozo de Himalaya en su mano. Muchos me tacharán de loco, pero yo sospecho que Hanuman es un mono de Bilbao que un buen día vino volando hasta la India a tomar unos vinos y como otros muchos se quedó enganchado del país. Quizás hasta los harrijasotzailes, los levantadores de piedras, se inspiraban en Hanuman desde tiempos remotos cuando se echaban al hombro la cilíndrica de doscientos kilos, o quizás va a resultar que los vascos venimos de la India (como me oiga Arzallus...). En fin, que ya véis que mi teoría puede dar mucho juego.

A veces cuando veo algún mono por ahí pienso que puede ser Hanuman, y le llamo: -"Eh monito, Hanumantxu, toma, ven..."-. Si se acerca le suelo susurrar alguna palabra en clave para comprobar mi teoría: -"Chsst, Hanuman...Athletic...Guggenheim...Bacalao a la vizcaína..."-, pero nada, nunca reaccionan.

Si un día encontrara al verdadero Hanuman, me lo llevaría de vuelta a Bilbao. En la India es un mono adorado, querido y venerado por cientos de millones de personas, así que quién sabe, viendo el nivel que tienen nuestros políticos me atrevo a asegurar que Hanuman sería un gran Lendakari.

viernes, 19 de marzo de 2010

JAISALMER, "THE GOLDEN CITY"


Para llegar a Jaisalmer desde Pushkar utilicé un medio de transporte inédito para mí, aunque ya los había visto por aquí y por otros lugares de Asia. Se trata del "Super Luxury Sleeper Bus Coach" y a pesar de que suene tan bien y de que te garanticen que es un autobús nocturno donde vas a poder dormir a pierna suelta durante todo el trayecto no creo que vuelva a repetir. Se trata de un bus con literas, bueno, nichos diría yo, donde vas encajonado sin poder moverte, pegado al techo, y sin ningún sistema de seguridad, al menos ya estás metido en un féretro en caso de acidente.

Atravesamos de noche el desierto y como las ventanas no cerraban bien entraba un frío horroroso, en ese momento entendí porque los rajastanís siempre llevan una manta a cuestas. Y cuando conseguías conciliar el sueño, el chofer tocaba su serenata por el claxon, ya sabéis, como esos horteras por cuyas bocinas salen canciones tipo "La Cucaracha" pero mucho más exagerado, al estilo indio. Cuando llegamos a nuestro destino le pregunté sarcásticamente al conductor si lo de la bocina era simplemente para joder al personal ya que no se veía mucho tráfico por aquella carretera, pero me contestó todo serio que era por los camellos, de noche cantidad de camellos andan cruzando constantemente de un lado a otro. No seguí la conversación porque me estaba meando, no aguantaba más, tenía esa terrible sensación desde hacía dos horas que se acrecentaba minuto a minuto con cada bache y su correspondiente bote.

Bajé de la guagua, me quite de encima a todos los buitres que ofrecían alojamiento y me puse a mear en la primera pared que ví.... ahhhhhhh, qué alivio, una de las ventajas de que por aquí sean algo guarros es que puedes orinar en mitad de la calle y nadie se va a asustar o te va a llamar la atención. Bueno, ya había llegado a Jaisalmer, la ciudad dorada, la joya del Rajastán en mi opinión. Desde allí abajo se veía inmensa su preciosa muralla, me puse la mochila a la espalda y me dirigí caminando al interior del fuerte.


Jaisalmer es una pequeña ciudad cuya parte antigua se alza en una colina en mitad del desierto del Thar rodeada de una magnífica muralla que adquiere unos preciosos tonos dorados durante el amanecer y la puesta de sol, de ahí el sobrenombre de "La Ciudad Dorada". Se encuentra al oeste del estado de Rajastán, muy cerquita de la frontera de Pakistán, y durante muchos siglos fué un enclave importantísimo dentro de las rutas de caravanas asiáticas, por aquí pasaba toda la seda, las especias o el opio que iba camino de Asia Central y Europa.

Cuando las mercancías se empezaron a mover por vía marítima surgió Bombay dejando a Jaisalmer en el olvido hasta no hace demasiados años, cuando los turistas empezaron a llegar hasta aquí atraídos por el desierto y una forma de vida bastante similar a la que llevaban hace siglos. Pronto empezaron a establecerse hoteles, agencias de safaris en camello o tiendas de artesanía rajastaní o cachmir.

Y como casi toda la India, en Jaisalmer también se vivieron duros años de guerras y asedios, ya sea disputas entre rajás y maharajás, con los mandamases de Delhi o con intentos de invasión de la ciudad por parte de mongoles, musulmanes y demás. En una ocasión el fuerte sufrió un asedio de siete años seguidos sin que los invasores pudieran tomarlo, los hombres luchaban hasta la extenuación y las mujeres arrojaban agua o aceite hirviendo desde lo alto de la muralla y a veces se inmolaban lanzándose como posesas contra el enemigo. Finalmente, se estableció una alianza a través de un matrimonio rajastaní-moghol, hoy en día el islamismo está muy establecido en Jaisalmer como se puede comprobar en su arquitectura y en la profusión de mezquitas.


Debajo de las murallas se encuentra el bazar, o la parte nueva de la ciudad, pero lejos del agobio de otros bazares indios por el de Jaisalmer se puede pasear tranquilamente, yendo de una callejuela a otra o paseando por mercados callejeros donde venden sus mercancías gente venida de las pequeñas aldeas del desierto. Es raro ver extranjeros fuera del fuerte y la gente es realmente amable, no sabes quien está más sorpendido, tú al ver lo que pasa delante de tus ojos o la gente del desierto al ver un occidental por esos andurriales.

Pero para alojarme escogí el fuerte y encontré a muy buen precio una preciosa habitación en un haveli, esos palacios musulmanes resturados y reconvertidos en hotelitos. Tenía a mi disposición un pequeño balcón justo encima de la muralla, desde donde tenía una vistas espectaculares de la ciudad nueva y el desierto, las puestas de sol desde mi habitación se convirtieron en una deliciosa rutina que se puso de moda y cada día había más candidatos que me pedían permiso para pasar a mi balcón, algunos traían unas cervezas, otros unos dulces o algo de picar. Cuando el sol se ponía sonaban desde los minaretes de las mezquitas la llamada al rezo, pero para el estómago de los infieles era nuestra llamada a la cena.

Por las noches hacía un frío que pelaba, era el mes de Enero, y donde mejor se estaba era en algún restaurante que tuviera una hoguera. Por suerte en Jaisalmer se podía tomar alcohol y comer carne y encontré dos o tres restaurantes buenísimos. Digamos que hasta ese momento mi dieta alimenticia en la India había sido bastante pobre, pero en Jaisalmer me puse las botas y recuperé parte de los kilos perdidos.


El mayor negocio en Jaisalmer y al que recurren más turistas consiste en una especie de safari en camello donde pasas una par de noches en el desierto, pero hay que tener mucho cuidado en lo que se reserva. Hablé con algunos que lo habían probado y no se mostraban muy contentos. Como suele pasar en estas cosas hay una gran diferencia entre lo que te prometen y las fotos que te enseñan y lo que realmente te ofrecen.

La mayoría había pasado unos días duros en el desierto, deseando que pasaran las horas, con un guía que apenas hablaba inglés y les quería sacar pasta por todo, con una comida malísima, a veces hasta en mal estado, jaimas, mantas y alfombras sucias y llenas de pulgas, un frío horroroso por las noches, camellos achacosos y vagos, y encima habían tenido que pagar un verdadero pastón por lo que creían que iba ser algo así como las mil y una noches.

Como ya me imaginaba ésto, yo preferí alquilar una moto durante unos días y recorrer los alrededores a mi aire, sin duda la mejor elección, me pasaba todo el día perdido por desérticas pistas, viendo pequeñas aldeas o asentamientos, sintiendo la fuerza de desierto, y por la noche volvía a dormir al calorcito de mi haveli. Sólo un día pase la noche fuera, en Kuri, un sitio lleno de dunas donde las caravanas de turistas acudían a ver la puesta de sol en el desierto, y me equivoqué, esa pequeña aldea había sido ya tan maleada por el turismo de masas que con cada lugareño que me cruzaba su único tema de conversación era pedirme diez rupias.


Lo único que no me gustó de Jaisalmer es que al estar tan cerca de Pakistán, el eterno enemigo de la India, la presencia militar es bastante visible. Por el bazar se ven muchos soldados comprando sus cosas, así como bastantes controles de carretera, auqnque cuando iba en moto no tuve problemas, sólo me pararon para indicarme que no fuera demasiado hacia el oeste. Lo peor es la base aerea cercana, durante todo el día los cazas indios rompen con gran estruendo la barrera del sonido y eso estropea un poco la magia del lugar.

Otro problema grave es que el fuerte se esta desmoronando debido a las filtraciones del agua entre sus paredes. Hoy en día viven unas dos mil personas dentro, la mayoría son brahmines, la casta superior, los que tienen comercios, restaurantes u hoteles. Viven en preciosos havelis con ventanas y puertas llenas de filigranas y aunque el gobierno está pensando el desalojar el fuerte y que sus habitantes vayan a vivir a la parte nueva, la del bazar, los brahmines no están dispuestos a abandonarlo.