martes, 25 de enero de 2011

¿BUM-BUM O SUK-SUK?


Regresando una tarde a la tranquila ciudad laosiana de Pakse después de unas horas conociendo los alrededores a lomos de una bicicleta, decidí parar a tomar algo en una de las muchas cervecerías que jalonan la ribera del río Mekong. Digo cervecería porque en el cartel de la entrada ponía bien claro beer garden, pero nada más cruzar la puerta percibí una extraña sensación, había algo en su atmósfera que no tenía nada que ver con esas cervecerías que conocemos a las que acuden familias y cuadrillas de amigos los fines de semana para ponerse morados de pollo asado y ensalada.

El local estaba vacío, un enorme chiringuito de madera y hoja de palma abarrotado de mesas y sillas vacías. Me daba igual, tomaría una cerveza bien fresquita y listo. Colgaban del techo unas cuantas bolas discotequeras, de esas con un montón de espejitos. Al fondo destacaba un gran escenario con una maquina de karaoke por suerte apagada. En la pared tres posters tamaño XXL, uno de Rambo, otro de Messi, y en el centro el de Manny Pacquiao, un boxeador filipino que levanta pasiones en Asia. Todo ese conjunto desprendía cierto aire bíblico, la máquina de karaoke era el altar, y los tres posters el padre, el hijo y el espíritu santo.

Por no haber casi no había ni personal, un hombre en una mesa contando un montón de billetes sin levantar la vista del fajo y un camarero semidormido que al cabo de un buen rato bostezó, se estiró y se animó a atenderme. Hago un inciso para comentar que Laos es el país durmiente por excelencia, yo creo que fueron ellos quienes inventaron la siesta y no nosotros. Tras un esfuerzo el camarero comprendió que quería una cerveza.

Pero el tipo desapareció de la escena, quizás se quedó dormido otra vez, y me trajo la cerveza una chica bastante llamativa para lo que son las costumbres laosianas de una pequeña ciudad. Me preguntó si quería que abriera la botella, le contesté que claro, no me la iba a llevar de recuerdo, comenzó a reírse, ji, ji, ji, y se sentó a mi lado. Yo me preguntaba qué narices querría la chica, quizás sólo intentaba pracicar su inglés con un falang. Pero cuando deslizó su mano sigilosamente por debajo de la mesa y la depositó en mi entrepierna enseguida comprendí que sí, quería practicar inglés... y francés y griego también.

-"Hey, hey, hey, pero...¡qué haces!, quita, quita, vaich, vaich."
-"Ok, now drinking Beerlao, later bum-bum", (término utilizado en todo el sudeste asiático para referirse al acto sexual).
-"No, no, no, te equivocas, no bum-bum, only Beerlao."
-"Ohhhhh, no bum-bum?, ok, suk-suk?", (término utilizado en todo el sudeste asiático para referirse a una felación en toda regla).
-"No guapa, ni bum-bum ni suk-suk, y para ya con las manitas, ponlas encima de la mesa donde yo pueda verlas."
-"Ohhhhh, why not bum-bum?, me no beautiful?"
-"Yes, yes, you very beautiful, pero ese no es el tema, además no puedo, estoy casado". Tuve que mentir por enésima durante este viaje respecto a mi estado civil.
-"Ok, no problem, your wife in America, me here, bum-bum with me". La tía debía pensar que todos los blancos somos americanos.
-"No, no, my wife not in America, she is here with me, y me está esperando así que I'm going now."
-"Wait, wait, I like you very much, you nice gentleman, special price for you, happy hour..."

La dejé con la palabra en la boca, tomé la cerveza de tres tragos y salí por piernas de allí. ¡Qué mujer más pesada, qué manera de insistir!. Al llegar al hotel comenté el episodio con algunos empleados y se meaban de risa, me explicaron que efectivamente muchos de los beer garden en realidad son tapaderas que funcionan todo el día como burdeles. En Thailandia o Camboya distingues a kilometros estas zonas y están perfectamente delimitadas, pero en Laos al no estar permitido "en teoría" el ejercicio de la prostitución los locales dedicados al tema tienen que disfrazarse de inocentes cervecerías y cosas así. Al menos, en vez de beer garden podrían llamarse bum-bum & suk-suk garden, para no confundir al personal digo.

martes, 11 de enero de 2011

CON USTEDES... LOS "MOUSTACHE BROTHERS"


En un lugar como Birmania, gobernado por una represiva dictadura militar no es fácil hacer pública ninguna posición en contra del régimen. Nadie en su sano juicio se atrevería a criticar a viva voz al ejército y sus generales, más teniendo en cuenta su forma de actuar en los últimos años ante cualquier conato de revolución popular. Una palabra de más y el sospechoso y puede que toda su familia dará con sus huesos en la cárcel.

Pero entre las pocas voces disidentes destaca una encantadora familia de Mandalay, un grupo de comediantes que lleva muchos años haciendo una representación donde se mezclan las danzas populares del país, un poco de la historia de Birmania, y unos desternillantes monólogos donde expresan la frustración de la situación que viven.


Estoy hablando de la Moustache Brothers Troupe. Los hermanos Par Par Lay, Lu Zaw y Lu Maw son el alma mater de este grupo, ahora sólo se les permite actuar en su propia casa, únicamente ante extranjeros, y también participan en el show sus mujeres, primas, cuñados y hasta su anciana madre que vigila desde la entrada de la casa cualquier movimiento sospechoso.

Lógicamente, han pagado un precio muy alto para poder desarrollar su carrera artística, su increíble osadía criticando al gobierno les ha salido cara. Comenzaron moviéndose por pueblos y ciudades de toda Birmania en una especie de espéctaculo clandestino, su fama fue creciendo y verdaderas multitudes acudían a ver esa extraña actuación donde aquellos tres hermanos locos se descojonaban de sus generales sin cortarse un pelo. La policía ya andaba con la mosca detrás de la oreja y su detención era inminente.


En 1996 fueron invitados por Aung San Suu Kyi, la voz de la oposición birmana, a su casa de Rangoon. Tras la representación fueron detenidos Par Par Lay y Lu Zaw, y se les condenó a siete años de trabajos forzados en las tierras del norte. Lu Maw se había quedado en Mandalay pero fue detenido poco más tarde. Como su fama había traspasado las fronteras fueron muchas las asociaciones de artistas y actores de todo el mundo quienes a través de Amnistía Internacional o Human Rights Watch presionaron a la junta militar exigiendo su inmediata liberación.

Los militares se dieron cuenta que estaban jugando con fuego, aquellos tres hermanos bigotudos tenían mucha más fuerza y apoyo popular del que habían imaginado. Aún así fueron detenidos más veces después de su liberación, la última en 2007, cuando sin ninguna causa aparente mandaron de nuevo a Par Par Lay a los campos de trabajo. Al final, tantos años de cárcel y penurias han causado mella en los hermanos y su salud se ha resentido bastante.


Pero eso no quita que a día de hoy sigan haciendo una representación diaria en su propia casa de Mandalay. Parece ser que las autoridades cedieron terreno y se les dijo que sólo podían actuar en casa, y que ningún birmano podría ver aquel espéctaculo subversivo. Ellos dicen que siguen actuando porque es lo único que saben hacer, han nacido comediantes, pero es evidente que no están muy tranquilos, saben que están en la lista negra y eso en Birmania es una losa de por vida.

La actuación es realmente curiosa, Lu Maw es el que mejor se maneja en inglés y el que lleva la voz cantante. Sólo estábamos cinco espectadores y los hermanos lograron que también participáramos en la obra, la interacción con el público a través de diálogos y preguntas es total. Entre bromas también intentaron asustarnos un poco diciendo que estábamos siendo vigilados por el KGB y que si se presentaba la policía ellos se largarían sin avisar por una puerta trasera y nos detendrían a nosotros.


Nada más comenzar la función Lu Maw nos pidió que sacáramos fotos, que silbáramos, que aplaudiéramos, que gritáramos, que riéramos, que pataleáramos... tenían que enterarse desde la calle que estábamos pasando un gran rato allí dentro. Entre acto y acto, mientras el resto de la tropa cambiaba de vestuario, Lu Maw se encargaba de entretenernos a través de ácidos monólogos donde mostraba la corrupción de los militares, cómo pasaba el dinero de mano en mano, la complicidad de la junta con los chinos quienes a través de sobornos estaban esquilmando el país, o nos explicaba de forma esperpéntica el atraso tecnológico de Birmania, su carencia de electricidad o servicios elementales. Con gran maestría hablaba de asuntos verdaderamente serios provocando las carcajadas de los presentes.


Cuando acabó la actuación nos invitaron a tomar té y rápido para el hotel, ya eran casi las once de la noche y no se puede andar por las calles a esas horas. No obstante, nos dijeron que podíamos pasar por su casa siempre que quisiéramos. Yo me acerqué a la mañana siguiente y estuve charlando un buen rato con Lu Maw. Faltaban pocos días para las elecciones y me explicó lo que iba a ocurrir, acertó en todo, el fraude del recuento, el miedo de la gente, la presión para ir a votar, etc. Para quitar hierro al asunto también me confesó que estaba secretamente enamorado de Penélope Cruz, yo le dije que estaba embarazada de otro famoso actor español bastante cachas y no le sentó nada bien la noticia.


También hay quien dice que los Moustache Brothers no son lo que eran, que han aprovechado su fama para sacar dinero a los turistas que acuden a su casa siendo ese su objetivo principal. Estas críticas vienen tanto desde fuera como desde dentro de Birmania y quizás tengan un poco de razón, no lo sé. La verdad es que ver la representación cuesta unos ocho dólares, una cantidad importante en un país tan pobre, pero al menos yo los pagué con mucho gusto, incluso cuando fui a visitarles fuera del horario de actuación me invitaron a comer junto a toda la familia. Me parece increíble que después de todo lo que han sufrido sigan teniendo esa actitud ante la vida, ese optimismo constante que utiliza la risa y el humor frente a la gravedad de su situación, creo que se merecen una vejez más tranquila, más plácida, y por qué no, con sus arcas un poco más saneadas. Ya les quitaron todo lo que tenían hace unos años.