domingo, 30 de mayo de 2010
PRISON BREAK
Una de las pequeñas incomodidades de la India son los exhaustivos interrogatorios a los que te ves sometido practicamente a diario por completos desconocidos. Aparte del listado de las típicas preguntas sobre tu procedencia, tu edad, tu estado civil, tu trabajo, la duración de tu viaje o si es la primera vez que visitas el país, el tema suele derivar en cuestiones algo delicadas que se adentran en el terreno personal y en tu intimidad. La diferencia cultural hace que preguntas que a nosotros nos chocan bastante a ellos les parezca algo de lo más normal.
La mayoría de las veces suelen ser chavales jóvenes o familias que te paran en plena calle sin otro ánimo que satisfacer su curiosidad sobre cómo vivimos esos locos blancos que venimos desde tan lejos con una mochila a la espalda. Normalmente lo hacen de una forma inocente, hasta infantil, sin ninguna maldad ni segundas intenciones, y a veces resulta divertido ver el gesto de sorpresa en sus rostros cuando les dices que en Europa no somos hinduístas o que en nuestras ciudades no andan las vacas por la calle.
Además, siempre te puedes escabullir facilmente o en un momento dado contestar lo que te de la gana ante cualquier cuestión un poco incómoda. Una de las ventajas de viajar por el mundo es que vives en el anonimato, dejas atrás tu vida real y nadie es capaz de imaginar quién eres o a qué te dedicas.
Pero aparte de estos inocentes cuestionarios alguna vez te encuentras con el típico listillo o avispado que siempre te entra con una doble intención, la de hacerse una idea de tu situación económica y ver si te puede sacar algo o engatusar de alguna forma. A estos últimos les distingues a kilometros y lo mejor es mandarles al carajo rapidamente o contarles la primera trola que te pase por la cabeza. Lo malo es cuando los tienes de vecinos en un transporte público, no tienes escapatoria y no te queda otro remedio que aguantarles.
Un caso curioso me ocurrió en Kerala, viajando en tren desde Kannur hacia Ernakulam. Era un tren diurno, iba en segunda clase y aunque había bastante sitio libre entró un pesado en una parada que desde que le vi supe que se iba a sentar junto a mí. Efectivamente así fue y en cuanto abrió la boca enseguida me di cuenta que era uno de esos listillos. Señalando al resto de pasajeros, gente humilde, campesinos en su mayoría, empezó a hablar.
-"Mira esta gente, la mayoría de mis compatriotas son unos paletos sin educación. Yo hablo inglés y tengo dinero. Estos zapatos me costaron tanto, los pantalones tanto y esta chaqueta no sé cuánto, la compré en Bangalore"-.
Estábamos a unos treinta y cinco grados y el tío vestía una americana de pana azul eléctrico, podéis imaginar las pintas que llevaba.
-"Sí, la verdad es que vistes muy bien, te pareces a Georgie Dan"-, le dije.
-"¿Georgie Dan?"-.
-"Sí, Georgie Dan es un famoso cantante europeo, un tío muy elegante"-.
-"Ah, qué bien, luego lo buscaré en Google"-, dijo con aires de moderno.
El tío cada vez que hablaba me daba golpecitos en el brazo o en la pierna, yo empezaba a estar harto y estuve a punto de soltarle aquello que decían Faemino y Cansado en un sketch: "Se puede hablar sin tocaaaaar...". De repente me preguntó cuánto costaba mi reloj y yo le respondí que no me acordaba, error, si no sabes el precio de algo que para ellos es un artículo de lujo es que tienes mucho dinero.
Siguió preguntando cuánto costaban mis gafas de sol, mi cámara de fotos, en qué trabajaba, etc. Ante mis escuetas respuestas dedujo que como no trabajaba y llevaba tanto tiempo viajando debía ser millonario y acabó por preguntarme descarada y literalmente a ver cuánto dinero tenía en mi cuenta corriente. Esa fue la gota que colmó el vaso y le tuve que cortar radicalmente.
-"Oye, me estás empezando a incomodar, en mi cultura no se habla de esas cosas, ¿sabes?, y menos con un desconocido, no es de buena educación"-.
-"Pero ahora estás en la India y como soy un desconocido me lo puedes decir, ¿qué más da?"-.
-"Pues no te pienso contestar, y como no cambies de tema se acabó la conversación"-.
Otro error, le di pie a que siguiera dándome el coñazo. Entonces me preguntó si estaba casado y automaticamente le respondí que no. Aggg, gran error. Hace años aprendí que en Asia es mejor decir que estás casado, con hijos y lo que haga falta, a menos que tengas confianza con tu interlocutor. En estos países seguir soltero a partir de cierta edad resulta sospechoso y a veces da lugar a malas interpretaciones. Simplemente es algo que no les cabe en la cabeza.
Así que el pesado tomó carrerilla pasando del matrimonio al sexo y preguntándome con los ojos abiertos como platos si al menos me acostaba con chicas, con cuántas chicas de media al año, si eran siempre diferentes, si algunas repetían, si cómo se iba a casar una chica después de haberse acostado con otros hombres, si era verdad que en Europa te podías ir a la cama con una mujer que apenas conocías, etc., etc.
En mitad del ataque y sin responder a ninguna de sus cuestiones me inventé una buena historia y le lancé un contragolpe mortal, se iba a cagar ese tipejo. Esta vez fui yo quien sujete su brazo y le dije en un tono de confianza:
-"Mira amigo, voy a ser sincero contigo y te voy a contar la verdad, he pasado venticinco años en la cárcel, salí el año pasado y comencé a viajar para coger aire, ordenar mis ideas y decidir qué iba a hacer con mi vida. No he tenido tiempo de buscar esposa y comprenderás que no es fácil encontrar una mujer que quiera casarse con un tipo como yo"-.
El tío se soltó de mi brazo a toda leche y empezó a balbucear,
-"¿Ven...ven...venticinco años?, ¿qué hiciste?"-.
-"Bueno, un poco de todo, robos a mano armada, tráfico de drogas... pero la mayor condena me cayó por asesinato"-.
-"¿Ase...asesinato?"-.
-"Sí, en un viaje en tren por mi país maté a un tío que no paraba de molestarme"-.
No sé si cazó la indirecta o se creyó de cabo a rabo todo lo que le dije, yo creo que más bien fue lo segundo porque el caso es que no volvió a abrir la boca en todo el trayecto y se le veía especialmente nervioso, como si estuviera sentado frente a Anibal Lechter. Cada vez que me movía el tío se sobresaltaba y cuando nuestras miradas se cruzaban no tardaba ni una décima de segundo en desviar la vista hacia otro lado.
Y yo me sentí realmente bien en mi papel de "El Vaquilla", por fin pude seguir disfrutando del paisaje a través de la ventanilla sin que me molestara. Le había vencido al difícil juego de las preguntas y las respuestas. Oscar 1 - Indio Plasta 0.
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6 comentarios:
AYYYYY que me parto!!
aqui también somos sospechcosos los que no hemos pasado por el aro, qué le vamos a hacer...
Tengo mucho atrasado para leer a ver si tu madre me pasa los papeles que tiene ya.... tepuedes imaginar requetefotocopiados y distributodos entre todas sus amigas, de hecho en el Toledo montan tertulias a tu costa, sabiamente tu hermana censura alguno de los párrafos sabiendo la que pueden liar todas las amigas de tu madre 90añeras con algunas de tus historias..
Un besote Ibone
Fuiste muy ingenioso con esa mentira!! Me encanta!!
No pude evitar recordar a unas personas que conozco y que te dicen el precio de cada cosa que tienen o acaban de comprar. En esta caso para restregarte sus contactos y lo barato que consiguen cosas que son caras: "mira esto, vale xxx euros y yo lo conseguí por xxx euros". Y ese comentario puede repetirse varias veces en una misma conversación con objetos distintos. Lamentablemente también ocurre en Europa aunque afortunadamente no se dé tanto...
Un saludo y buena suerte.
Ese Vaquillita!!!! jajaja se puede hablar sin tocaaarrrr!!! autentico my friend!!! ahora, esto me hace pensar, que como para ir una mujer sola por alli no? y eso que nos cuentas que algunas valientes lo hacen... vaya txapa!!! musutxu giganteehh! el domingo de nuevo fuiste sobremesa en casa, nos tienes enganchados musutxis...Pitu&Mele
ORDAGO A LA GRANDE!!
david
¡Chapeau, Oscar! Una victoria en toda regla y un relato aleccionador.
Te lo dije o no ? , eres el nambergüan .
todos bien por aqui, besos de la family.
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