jueves, 20 de mayo de 2010

LOS LIBROS DEL VIAJERO


Un par de buenos libros es algo indispensable en la mochila de cualquier viajero. A diario surgen momentos propicios para enfrascarse en la lectura y esa especie de ensoñamiento con el que llevamos nuestro nomadeo despierta todos nuestros sentidos, nos hace más perceptivos y aumenta nuestra sensibilidad ante los placeres de la vida.

Tampoco debe faltar un cuaderno o una libreta donde ir apuntando direcciones, teléfonos, horarios de transporte público y cualquier dato o referencia que después quizás necesitemos. Y en sus páginas podemos tomar algunas notas de cualquier situación curiosa que veamos a nuestro alrededor en un momento determinado, y ésto en la India ocurre cada dos por tres. Más adelante podremos echar mano de esos apuntes para intentar dar forma a alguna historia.

También es conveniente llevar un par de mapas y una guía del país que estamos visitando. La de la India me la regalaron en Nepal los chicos de Cyclotherapy a cambio de unas cervezas, un pacto entre caballeros, y de paso aligeraron bastante el peso de las alforjas de sus bicicletas. Esta guía es un auténtico ladrillo, menos mal que la de Sri Lanka, mi próximo destino, es mucho más ligera.

Precisamente ese es el problema de los libros a la hora de ir de aquí para allá, ocupan bastante espacio y algunos pesan un huevo, así que una vez leídos hay que desembarazarse de ellos inmediatamente. Para ello recurrimos al intercambio con otros viajeros o los revendemos o cambiamos en las numerosas y humildes librerías que abundan en muchos lugares.

En estas librerías se da uno cuenta de lo poco que leemos los hispano hablantes, puedes pasar horas entre estanterías y montañas de libros interesantes escritos en todos los idiomas, mayoritariamente en inglés, pero cuando preguntas al librero por algo en spanish se le tuerce el gesto y dice: "Uffff, ¿spanish?, me parece que no tengo nada, mira por si acaso en aquella esquina bajo ese montón de libros cubiertos de polvo". Efectivamente, rara vez encuentras algo en español, y no me ha quedado más remedio que leer en inglés, algo que al principio me aterraba pero que le he cogido el gusto después ir devorando un libro tras otro con soltura tras ocho meses de tener el inglés en mi cabeza como lengua principal.

Al comienzo del viaje machaqué la bibliografía de Haruki Murakami. Ya me había enganchado a su obra en Lanzarote, pero para mi sorpresa descubrí unas cuantas novelas que todavía no se han editado en español. A veces es algo duro y hay que estar bien concentrado para leer sus libros y echar en ocasiones páginas para atrás para no perder el hilo, pero me encanta cómo escribe este tío, como mezcla fantasía y asuntos del subconsciente con la vida cotidiana del Japón actual. Cuando describe en pocas palabras cómo se prepara el desayuno me entra el hambre repentinamente, cuando hace alguna referencia a la música, siempre jazz o clásica, enseguida enchufo el i-pod, y cuando relata cómo va haciendo largos en la piscina de su barrio tengo que ir a pegarme un baño. Que un escritor consiga provocar esta reacción en el lector es algo muy grande.

Han caído también unos cuantos libros de viajes y aventuras de grandes clásicos americanos como Conrad, Stevenson y London, novelas magistrales que siguen tan frescas como cuando se escribieron. Y hablando de clásicos norteamericanos dí cuenta de dos libros que imperdonablemente no había leído hasta ahora: "Las uvas de la ira", de John Steinbeck, y "El guardián sobre el centeno", de J.D.Salinger. Estas dos obras deberían ser de lectura obligatoria en los colegios, y no las chapas que nos hacían tragar en mis tiempos.

Siguiendo con autores de literatura viajera aproveché para leer alguno de uno de mis preferidos en este género, Paul Theroux. Su medio de transporte preferido para viajar es el tren y leyendo "The great railway bazar" o "En el gallo de hierro" puedes recorrer Asia de punta a punta en su compañía. Con un estilo muy divertido y a veces algo cínico refleja fielmente el país por el que transita en todos sus aspectos.

En un lugar tan grande como la India también abundan muy buenos escritores y para profundizar mejor en la cultura del país nada mejor que leer alguno de sus libros. He leído algo de Tarun Chopra, de Anita Nair y de Arundhati Roy, conocida en España por su "El dios de las pequeñas cosas". La verdad es que no me entusiasmó demasiado, pero casi toda la acción de desarrolla en los Backwaters de Kerala, una comarca maravillosa que recorrí hace unas semanas a la par que iba leyendo la novela.

Y de novela negra voy leyendo todo lo que cae en mis manos del sueco Henning Mankell. Sus novelas protagonizadas por el inspector Wallander tienen tanto ritmo que te enganchan de principio a fin, más de una noche me ha tenido leyendo en la cama hasta las tantas pasando un capítulo y otro más. Menos mal que viajando no suena el despertador para ir a currar, je, je.

En cuestión de días los monzones del suroeste van a empezar a azotar el sur de India, el cielo se va llenando de nubes cargadas de agua y el calor y la humedad se van haciendo insoportables. Así que para refrescarme ahora mismo estoy leyendo "Annapurna", la crónica de la primera ascensión a un ocho mil, llevada a cabo por una expedición francesa liderada por Maurice Herzog. Si hoy en día es tarea de titanes coronar una cima así se te ponen los pelos de punta viendo en que condiciones ascendían en 1951. Además, este libro también me ofrece la oportunidad de evocar las fantásticas regiones del Himalaya nepalí que recorrí al comienzo de mi viaje.

Y como no todo iba a ser de color de rosa también me ha tocado leer algún bodrio. El premio se lo está llevando de momento un libro de Paulo Coelho que compré sólo porque lo encontré en español. No me gusta nada este tío, llena páginas y páginas de frases huecas, unas son tan evidentes que no hace falta ni redundar en ellas pero las suelta en un tomo solemne como si fueran verdades categóricas descubiertas por él mismo. Y otras veces mete ridículas metáforas que sólo entiende él, como "...el mar es bonito porque su superficie es plana...", ¿¿¿???. Además no me da muy buena espina, no me parece honesto, creo que detrás de esa figura angelical se esconde un falso guru o un telepredicador de esos que tanto abundan ahora. Esta es sólo mi humilde opinión y supongo que su legión de seguidores no la compartirá, pero para gustos los colores. Alguien dijo que los libros de autoayuda sólo sirven para que su autor se "autoayude" a hacerse rapidamente multimillonario. Sin duda éste es uno de esos casos.

En la foto de abajo podéis ver a Umesh, un encantador librero de Gokarna. Nunca fué a la escuela pero cuando aprendió a leer se le abrieron las puertas de un mundo maravilloso y pese a las iniciales reticencias de su familia decidió que quería poner en marcha una librería. Hace unos años lo consiguió y en un rincón de su pequeño local tiene un par de sillas junto al ventilador donde le encanta llevar a cabo tertulias literarias con sus visitantes. Más de una vez me pilló por banda, me invitaba a un té, un zumo o unas rodajas de papaya y pasábamos un buen rato hablando de libros, de lo divino y de lo humano. Si pasáis por Gokarna no dejéis de visitarle.

3 comentarios:

Tegala dijo...

Tomaré nota de Haruki Murakami y de algunos títulos que has enumerado.
En cuanto a los libros de autoayuda estoy de acuerdo que sirven para ayudar al bolsillo del autor.
Intento imaginar esa pequeña libreria y a ese librero ávido de charlar sobre literatura.

Un saludo desde la Isla de los Volcanes.

david dijo...

a mi tampoco me va mucho coelho, tiene cara de darle a la coca mientras predicará ke es mala...pero hay ke reconocer ke tiene obras interesantes, como El Alquimista.
saludos primo y suerte! bide on
david azipuru

Anónimo dijo...

Hello my friend! Quiero que sepas que tu tambien consigues que recorra a tu lado cada paso de un viaje tan interesante, despiertas mi curiosidad y cada dia que vengo al trabajo busco un nuevo capitulo tuyo...es un gustazo leerte. ¿Será que escribes de maravilla? Of course! Enhorabuena y Muchas Gracias...Un besazo Mele.