Cuando uno se plantea hacer un viaje de larga duración enseguida se da cuenta que los preparativos son muchos más que si se tratara de unas simples vacaciones. Por un lado hay que dejar unos cuantos cabos bien atados en relación a lo que dejas atrás. Y después hay que prepararse ante lo que se viene encima, desde vacunaciones y seguros de viaje hasta compras de última hora.
Finalmente, y no menos importante, está el asunto del dinero. Si no tienes intención de volver a casa antes de un año no te vas a llevar el dinero que necesitas en efectivo, no es seguro y además es incómodo. Lo suyo es una tarjeta de crédito, o dos mejor que una.
Pero las tarjetas de crédito pueden tener doble cara. Por una parte te sientes tranquilo, seguro, eres un occidental adinerado en el tercer mundo, en pleno siglo XXI hay cajeros automáticos en los rincones más remotos donde no tienes más que introducir tu tarjetita y como por arte de magia te saldrán un montón de billetes.
Por otra parte también piensas... "joder, mi sustento diario depende de un par de trocitos de plástico, ¿y si fallan?"... Pero no, no pueden fallar, en todo caso puede fallar una pero siempre llevas otra, no van a fallar las dos.
Pero Murphy y su ley siempre entran en escena cuando menos te lo esperas y hace una semana me dí cuenta que mis tarjetas no funcionaban. Saliendo de Phnom Penh me acerqué a un cajero a sacar pasta, ni un dolar, fuí a otro y a otro y nada. Pensé que habría alguna caída de línea o algo así, ya sacaría dinero en Sihanoukville.
Al día siguiente en Sihanoukville ocurrió lo mismo, pero el mosqueo vino cuando ví que a otra gente si le salían billetes. Entré en internet y mis tarjetas aparecían como bloqueadas, ¿comooooo?. Enseguida empecé a mandar mensajes y correos a los bancos, pero era viernes y hasta el lunes no sabría nada.
Un fin de semana de incertidumbre y un nudo en el estómago que me impedía relajarme y disfrutar del lugar. No tenía más que cien dólares en el bolsillo y si no conseguía pasta me veía como el de la foto de arriba. Allí estaba yo, colgado en Camboya donde no conocía a nadie y ni siquiera había embajada española.
Entre el lunes y el martes me confirmaron que efectivamente mis tarjetas habían sido desactivadas porque se habían emitido unas nuevas con un chip de seguridad obligatorio a partir de 2011 según una nueva normativa europea bla, bla, bla... ¡joder!.
Al final tuve que ponerme en contacto con mi gente (mención especial para el namberguan) y en un momento me mandaron dinero desde Lanzarote a través de Western Union. Esta empresa se dedica a mandar lo que antes se llamaban giros por todo el planeta y tienen sucursales en todo el mundo, en Asia te las encuentras en cada esquina. Sólo hay que indicar el nombre del beneficiario, el pasaporte y el país en que se encuentra, y en diez minutos llegan los fondos al destino.
Espero que este post sirva de información a todos aquellos viajeros que puedan sufrir la misma experiencia, al final todo tiene solución.