martes, 3 de agosto de 2010

LOS TIGRES DE MOMPRACEM


Supongo que a los de mi generación les habrá sonado de algo el título de este post. Si rebobinan sus recuerdos hasta la infancia seguro que les ha venido a la cabeza Sandokan, el Tigre de Malasia, aquella saga de extraordinarias aventuras escrita por Emilio Salgari que muchos descubrimos gracias a una serie que echaban por televisión. En la escueta programación de aquella época era de lo poco que valía la pena y Sandokan junto a los dibujos animados de Meteoro nos tenía a muchos totalmente enganchados.

También estaban los Chiripitifláuticos, pero éstos me daban bastante grima. Valentina era una repipi sabelotodo, Locomotoro un loco de atar, el Tío Aquiles daba pena y al Capitán Tan se le notaba que no había salido de casa en su vida, a pesar de sus batallitas y de vestir siempre en plan safari, con su salakot y todo. No se salvaban ni los Hermanos Malasombra. Algo después, con la llegada de la tele a color, entraron en nuestras casas Mazinger Z y Pippi Calzaslargas, que no estaban nada mal. Por cierto, en aquella España gris y franquista resultaba de lo más extraño ver a Afrodita A, la novia-robot de Mazinger, lanzar sus tetas en forma de misiles al grito de "pechos fuera"; o ver a Pippi Langstrump, que siendo una niña vivía sola en una casa que te cagas, con un caballo y un mono dentro, en medio de un monumental desorden. Todos queríamos ser como Pippi, o al menos tener una novia así.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, el caso es que Sandokan volvió a mi mente al llegar a Malasia, concretamente a Borneo. Sandokan era un príncipe borneano desposeído de su trono por los colonizadores británicos y dedicó el resto de su vida a la piratería junto a un grupo de fieles formado por indígenas dayakos recorriendo las islas del mar de Sulu, el de Célebes, el del Sur de China, el estrecho de Balabac y la península malaya, combatiendo a los ingleses con la intención de recuperar su trono.

Me habría gustado adentrarme en los escritos de Salgari descubriendo alguno de esos lugares que mencionaba, o incluso comprobar si siguen existiendo esos temibles piratas, pero la realidad es que Malasia ha cambiado mucho. Pasé por la isla de Labuan, donde se supone que vivía el portugues Yáñez, compañero inseparable de Sandokan, y donde también nació una mujer de exuberante belleza de la cual cayó perdidamente enamorado nuestro protagonista, la Perla de Labuan.

Pero Labuan hoy en día ha perdido ese romanticismo que reflejaba Salgari. No hay ningún testimonio que nos haga recordar a Sandokan. La isla es un estado federal dentro de Malasia con un estatus de zona off-shore, un paraíso sí, pero un paraíso fiscal donde establecen su sede cientos de bancos asiáticos, compañías de inversión y grandes corporaciones, con lo que la isla está llena de modernos edificios, hoteles de lujo y casinos. Su único nexo con el pasado es algún monumento que recuerda a los soldados australianos caídos durante la segunda guerra mundial mientras luchaban por liberar Borneo de los invasores japoneses. Y para mi desgracia tampoco me topé con niguna Perla de Labuan.


Y de la isla de Mompracem, aquel lugar que servía de refugio a Sandokan y sus tigres no hay ni rastro. Por más que pregunto a la gente local nadie sabe de su existencia, he buscado y rebuscado en mapas, en internet y en googlearth, pero nada, es como si se la hubiese tragado el océano. Parece ser que Mompracem sólo existió en la imaginación de Salgari, no son pocos los escritores que recrean lugares inexistentes y los describen tan bien que parecen reales, para esos son los dueños de sus libros y con su pluma pueden inventar mil mundos inimaginables.

Los piratas siguen existiendo, claro está, pero son piratas como los que vemos en las noticias relacionadas con Somalia, navegando en planeadoras con motores fuera borda de doscientos caballos y armados con kalashnikov. La verdad es que después de conocer a los dayakos me cuesta imaginarlos en papel de sangrientos corsarios, al principio pensaba encontrar gente con todo el cuerpo tatuado, llevando taparrabos y cazando con cerbatana, pero los dayakos del siglo XXI visten al estilo rapero y se pasan el día enredando con su teléfonos móviles y comunicándose por Facebook. Además son una gente encantadora, respetuosa, tranquila, educada y se desviven por que te encuentres a gusto y no te falte de nada.

Hasta hace pocos años años la zona de mayor actividad pirata se encontraba en el estrecho de Malasia, entre la península y Sumatra, por donde pasan todos los barcos mercantes y de recreo que van y vienen del subcontinete indio. Pero ante el mayor control y la cooperación entre Malasia, Singapur e Indonesia para erradicar el problema se han ido desplazando al este de Borneo. Allí existe un enorme entramado de islas e islotes donde las fronteras son difusas y la jungla llega hasta el borde del mar, ofreciendo un perfecto refugio natural para los piratas.

Estando en Sandakan, un lugar que al menos me recordó a Sandokan, quise acercarme por unos días al archipiélago de las islas Sulu, al suroeste de Mindanao y pertenecientes a Filipinas, pero me quitaron la idea de la cabeza. Al parecer no sólo están llenas de piratas, también hay una guerrilla musulmana que combate al gobierno filipino por la independencia de Mindanao, y lo que es peor, una adormecida base de operaciones de Al Qaeda cuyo principal pasatiempo debe ser secuestrar viajeros occidentales despistados. La verdad es que los piratas y la guerrilla me daban igual, podía mantenerme al margen de eso, pero cuando oí lo de Al Qaeda pensé: "ostras, viajero...occidental...despistado...¡ese soy yo!", y por una vez hice caso al sentido común.

5 comentarios:

Tegala dijo...

Gracias por hacer caso al sentido común!!
Llegué un poco tarde para dejarme seducir por Sandokan y Mazinger Z; solo sé de ellos de oídas. Cosas que se pierde una...!!
Yo tampoco puedo evitar pensar en esa imagen más literaria y tal vez "romántica" de los piratas y luego te das cuenta que los que secuestran barcos en Somalia y demás... nada tienen que ver con la imagen que tenemos en la cabeza.

Un abrazo fuerte.

Willy Uribe dijo...

Vaya, andaba yo intentando agarrarme al presente y vas tú y me sacas a Pipi Langstrum, a los hermanos Malasombra que eran malos de verdad, a Locomotoro echándose hacia delante... y a Los Tigres de Mompracem con Sandokan en la proa.

Jugábamos a que lo éramos.

Qué buen texto, Oscar. Gracias.

paco Nadal dijo...

Gracias por la aclaración sobre los cayucos. Yo también crecí con Salgari, Sandokán y el Capitán Tan (y Locomotoro).¿Seremos de la misma generación?
Un abrazo.

paco Nadal dijo...

Gracias por la aclaración sobre los cayucos. Yo también crecí con Salgari, Sandokán y el Capitán Tan (y Locomotoro).¿Seremos de la misma generación?
Un abrazo.

Sara dijo...

Recien llegada de Borneo, hice el esfuerzo de continuar hasta Sandakan por si encontraba algo de aquel ambiente de fantasia que yo me imaginaba, pero la bofetada de realidad fue monumental. Eso si, la gente es maravillosa, montones de sonrisas de dientes blancos y palabras de bienvenida, ya valio la pena el viaje.
Gracias por tu divertido texto.