jueves, 1 de julio de 2010

EL HOTEL "CHUNG-HIN"


Hace unos días, cuando llegué a Kuching, comenté que tenía la sensación de estar en una zona un poco cutre de la city. El caso es que llegué de noche y como el bus del aeropuerto me dejó cerca del barrio de Chinatown me metí en una de las callejuelas más animadas y entre todos los carteles con luces de neón se distinguían algunos donde aparecía la palabra "hotel".

Los tres primeros estaban llenos y como en el cuarto que pregunté quedaban habitaciones libres no me lo pensé, tenía ganas de dejar la mochila, darme una buena ducha, descansar un rato y salir a cenar. Pero me equivoqué, para empezar me soplaron quince euros (una barbaridad por estos lares) por una especie de nicho en el que cabía la cama y poco más. La ducha no funcionaba y cuando bajé a recepción a ver que pasaba me dieron un cubo y yo me quedé con cara de tonto pensando "y qué hago yo con ésto, ¿darle golpes a la tubería?". La recepcionista me dijo que efectivamente, había un "little problem" pero que si no me importaba cogiera con el cubo agua del lavabo y me lo echara por encima.

Bien, vale, no estaba para discusiones tontas y le hice caso, además tenía ganas de salir a dar una vuelta. Cuando volví por la noche me dí cuenta que había otro "little problem", el ventilador sólo funcionaba a máxima velocidad, así que tenía dos opciones: o dejarlo apagado y asfixiarme de calor o encenderlo y dormir agarrado a los bordes del colchón para no salir volando, ¡vaya nochecita!.

Por la mañana me desperté con un hambre de la leche y recordé que el desayuno venía incluído en el desorbitado precio. Bajé silbando al comedor esperando al menos un suculento buffet oriental y me encontré con unas cuantas de esas latas de noddles precocinados a los que hay que añadirles agua hirviendo para que se reblandezcan, ¡hombre, por favor, que no estamos de camping!. Ni siquiera había café y el té era agua de color marrón.

Automaticamente cogí la mochila y me largué a la busqueda de otro hotel, a ser posible en la esquina opuesta de la ciudad, y esta vez acerté. Me habián hablado de "Tune", una cadena de hoteles low cost que existe en Malasia y pertenece a la compañía aerea "Air Asia", un chollo que recomiendo, habitaciones impresionantes a precios de risa.

Pero cuando abandoné el hotel cutre me fijé en el cartel de la entrada para ver como se llamaba y ahí me dí cuenta del error que cometí. Se supone que un viajero hecho y derecho debe saber donde se mete y yo ni siquiera me había fijado en el nombre del hotel. El jodido antro se llamaba "Chung-Hin", y más que chunguín era chungo de cojones. Así que ya sabéis, si váis a Borneo mirad bien los carteles que aunque estén en una lengua extraña para nosotros hay veces que son bien explícitos y su nombre lo dice todo.

2 comentarios:

Tegala dijo...

Lo raro es que no se te hubiera quedado cara de "pasmao" cuando te dieron el cubo!! Suerte que encontraras otro hotel que no fuera Chunguín y sin ningún little problem.

Suerte!!

churchis dijo...

hola oscar,ya no nos queda saramago, asi que volveremos a las aventuras de alatriste,hace tiempo que no te seguia, pero te volveremos a buscar , un abrazo grande.