miércoles, 23 de junio de 2010

CAMBIO BRUTAL


Llegué ayer a Kuala Lumpur, capital de Malasia, después de nueve meses de viajar por el subcontinente indio y el cambio fue bastante brusco. Me despedí con mucha pena de Sri Lanka, sólo pasé un mes en esa paradisiaca isla y estuve tentado de quedarme más tiempo pero pensé que ya iba siendo hora de llegar al sudeste asiático. Además, a veces es mejor tomar la decisión de dejar un lugar en el que te encuentras a gusto antes de que llegues a cansarte, de esta manera te quedas con buenos recuerdos y siempre queda un motivo por el que volver.

En Arugam Bay pasé un par de las mejores semanas de mi nomadeo, hice surf a diario, me recuperé del desgaste de la India y disfruté de la compañía de buenos amigos, unos viajeros y otros lugareños, tamiles musulmanes en su mayoría. Arugam Bay es un lugar donde al de unos días notas el cariño de la gente y te sientes como en casa, un sitio verdaderamente especial. Hace más de veinte años estuvo en esta zona un buen amigo, dejémoslo simplemente en Juan porque no le gustan los protagonismos, y su perspectiva de la vida cambió después de ese viaje. Yo estaba seguro que si a Juan le había atrapado ese lugar a mi me ocurriría lo mismo, y así fue.

La pena es que una vez que llegué al este de la isla me apalanqué y deje de visitar otras zonas, como Sigiriya o Anuradhapura, pero bueno, no pasa nada, como ya he dicho tengo claro que volveré, y también tengo claro que este es un viaje en el que no tengo que batir records de kilometraje o de lugares visitados. Me gusta vivir al día, sin presiones ni metas, y donde me encuentro bien allí me quedo. Una vez que llevas tanto tiempo de viaje desaparece ese concepto del viaje en si mismo, simplemente se convierte en una forma de vida, en un nomadeo sin más, una sensación que me encanta, la de ir dando tumbos por el planeta según me vaya apeteciendo. El único peligro está en que Asia me gusta demasiado, me encanta este continente y me temo que mi futuro va a estar aquí, en alguno de esos lugares mágicos que estoy descubriendo.

El cambio de Sri Lanka a Malasia ha sido realmente chocante. Estaba cogiendo olas por la tarde y todavía mojado y ensalitrado me subí a una furgoneta, al de diez horas llegamos al aeropuerto, una cabezada en la terminal, otra en el avión... y de repente Kuala Lumpur. Malasia es uno de los países más prósperos de Asia y su capital me recuerda a Bangkok o a Singapur, multiétnica, multicultural, multirreligiosa y barrios ultramodernos al lado de otros anclados en la tradición.

Llegué al barrio de Chinatown donde había reservado alojamiento que sin saberlo estaba en la calle más bulliciosa de la ciudad, Petaling Street, y con la mochila a la espalda y el típico shock producto del cambio de país, el bullicio de sus calles, etc., me costó un buen rato encontrar el hotel. Tras preguntar a veinte o treinta personas lo conseguí.

De momento lo que más me está gustando de Kuala Lumpur es su gastronomía, no paro de picar y probar cosas en un sitio y otro, es como ir de pinchos por Bilbao pero al estilo oriental y lo mejor son los puestos callejeros, comida baratísima, variada, abundante y exquisita. Uno de los platos que me ha encantado ha sido las ancas de rana con salsa agridulce y anacardos, mmmmhhhh, deliciosas.

Y dentro de un par de días vuelo hacia la isla de Borneo, la cosa promete. Perdonad si he dejado el blog un poco olvidado las últimas semanas, pero es que en Arugam Bay apenas he tenido tiempo para mí sólo. Me encanta tener unas horas de soledad, pensar, escribir, leer, escuchar música, pero en Sri Lanka las pocas horas que he podido disfrutar en solitario han sido para dormir.

1 comentario:

Tegala dijo...

No me siento tan valiente como para iniciar un viaje como el tuyo pero me encanta todo lo que me cuentas. A pequeña escala soy como tú en el sentido de que odio los viajes organizados y no sé por qué porque nunca he hecho ninguno pero pienso que los lugaras hay que visitarlos a nuestro aire. Lo que me a mi me conmueva o me entusiasme no es lo mismo que va a conmover o entusiasmar a los demás y cada persona debe tener ese tiempo para quedarse o volver a visitar ese lugar donde se siente a gusto.
Por eso me gustan tanto tus relatos sobre todas tus experiencias porque estás viviendo con la gente, porque te sumerges y disfrutas de lo que te gusta, olvidando el viaje, el tiempo y los horarios. Sin prisas y sin objetivos de conocer cuanto más mejor. A tu aire!!

Un abrazo.